Habla de mí, de tí, de nosotras, de ellos, de ellos con nosotras, de nosotras contra ellos.
Lo que importa es hablar

domingo, 23 de febrero de 2014

Alguna noche de verano

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Es física básica, el sonido son ondas y, como tal, pueden hacer vibrar partículas, y yo adoro sentir los herzios sobre mi piel.

Me declaro adicta a las notas simples que siguen un ritmo frenético que se escapa por los cientos de bafles haciendo retumbar el suelo. A saltar tan alto como puedas intentando volar sobre el asfalto y llegar a arañar el cielo caliente de verano. A olvidar quién eres, de dónde vienes y todo lo que no tenga que ver con el movimiento de tus brazos y tus piernas en este preciso instante, aquí, ahora.

Soy fanática de los cascos ladeados del dj, de las luces que parpadean y me pintan el cuerpo de colores fosforescentes, de las gotas de sudor que resbalan desde mi nuca siguiendo la forma de mi espalda hasta empapar la fina camiseta de algodón que se solapa mojada a la cintura.

Jadeo, porque me falta el aire. Grito, pero no se cuándo empecé a hacerlo. No pienso. Siento.

Y entonces llega, la música se desacelera poco a poco y juraría que mis latidos siguen el ritmo que la mesa de mezclas marca.
Cierro los ojos, respiro y espero, porque se acerca...

Después de esa nota que se alarga, que se queda suspendida en el aire, se que volverá a sonar, pero esta vez más alto, más rápido y mil veces más violento. Y levantaré los brazos porque, si esto es ser joven, juro no crecer jamás. Si esto no es sano, me da igual morirme antes. Si esto no es lógico, que otra persona razone por mi...
Si esto es locura, por favor, que nadie me cure.

A ti, por ensuciarte las zapatillas de barro y cerveza conmigo.

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