Habla de mí, de tí, de nosotras, de ellos, de ellos con nosotras, de nosotras contra ellos.
Lo que importa es hablar

domingo, 6 de octubre de 2013

viernes, 4 de Octubre

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La mayoría de la gente nunca ha visto una película en blanco y negro, pero yo creo que las historias no tienen más interés porque se las pinte de colores bonitos.

Decidí que sería mi película favorita antes de verla, por un cartel de cine antiguo colgado en la pared de alguna de esas tiendas que se dedican a vender todo tipo de cosas estampadas con la cara de Marilyn y Audrey, pero ELLA era aún mejor.

Había muchos nombres escritos en la parte superior del póster, pero para la promoción solo les hizo falta fotografiar a una persona bajando una escalera retorcida de mármol, con un vestido claro muy largo que continuaba deslizándose a varios peldaños de distancia y los ojos pintados muy oscuros, a juego con unos labios rojo carmín que, sin la ayuda del tecnicolor, se veían grotescamente negros. 
Entre la sonrisa picante de una rubia platino y la elegancia de quien come cruasanes entre joyas vestida de givenchy ELLA se ve poderosa y a mí, nada me parece más atractivo que la belleza sin picardía ni dulzura pero con carácter y dureza.

Desde entonces he memorizado los diálogos a fuerza de ver una y otra vez las mismas escenas para comprobar, cada vez que la palabra FIN se funde en negro, que las primeras impresiones no suelen funcionar. Yo buscaba a un icono, ELLA no lo es.

Un joven guionista que sueña con que los Cary Grant y Bette Davis de la época interpreten sus diálogos acaba por error en la mansión de una vieja gloria del cine mudo. Él, arruinado y desahuciado, promete hacer de sus memorias una película y ELLA, sedienta de admiración, comenzará a perseguir un imposible, convertirse en la protagonista de su historia, volver a ser una estrella. 

No pensó que en el Hollywood de los musicales ya no había hueco para las historias que se cuentan en silencio. Se niega a reconocer que el tiempo se ha comido el brillo de los ojos que antes hablaban desde la pantalla. Olvidó que las arrugas han distorsionado la imagen que captaron las cámaras en sus primeros planos. No se daba cuenta de que el amor que vivió en sus guiones no era verdad, sólo le dijeron te quiero tras sonar "rodando y acción".

Duele verla enloquecer luchando por ser alguien que no es. Siento lástima cuando fotograma tras fotograma se obsesionaba por alguien mediocre solo porque su juventud la acercaba a esa imagen que anhela con todas sus fuerzas. 

La última noche él hace la maleta, está enamorado de otra.
ELLA no lo entiende, ¿quería una carrera? ¿quería hacer una película? ¿quería vivir en una mansión, ropa, coches?. Entre lágrimas grita "¿Qué te da ella que no pueda darte yo?"
"Ella me quiere, tu no sabes", y mientras la mira no hay amor, ni odio, ni frío, hay algo peor, compasión.

El cadáver flota en la piscina mientras se pinta los ojos oscuros y los labios de carmín, que sin la ayuda del tecnicolor, se ven grotescamente negros. El vestido claro de seda resbala a varios peldaños de distancia mientras baja las retorcidas escaleras de mármol, pero no es el comienzo de una gran historia como yo esperaba.
En sus muñecas lo que brilla son unas esposas.