Habla de mí, de tí, de nosotras, de ellos, de ellos con nosotras, de nosotras contra ellos.
Lo que importa es hablar

viernes, 15 de marzo de 2013

Jueves, 14 de Marzo

 photo DSC_0035-1_zps18d9021d.jpg  photo DSC_0038_zps7178898c.jpg  photo DSC_0040-2_zps3142bd30.jpg  photo PicMonkeyCollage-3_zpsf7daff4b.jpg

Es extraño.
Siempre había creído que para conocer a una persona con utilizar dos sentidos era suficiente. Vista y oído, nada más. Al fin y al cabo lo fundamental, lo que nos define, es lo que decimos y lo que hacemos.

Entonces empezó a dejar a gente atrás. Poco importa si prescindió ella de ellos o ellos de ella, eso es otra historia, una que ya no le gusta escuchar. El caso es que ya no están y, sin ellos, las palabras se olvidan y los hechos se confunden porque la memoria sabe lo que necesita y, por lo visto, a la suya ese pasado le parece prescindible.

Inevitablemente las heridas, si son profundas, dejan cicatrices. Hay que saber descubrirlas para poder ocultarlas a los demás pero, sobre todo, ocultártelas a ti mismo.
Ella sabe cuáles son las suyas. Encontró la primera sentada en un vagón de tren, frente a una persona completamente desconocida que olía a algo familiar, a dolor y a pasado, a discursiones, a noches en blanco, a ganas de correr muy rápido, de huir muy lejos.

Ahora sabe que contra los olores su memoria tiene la batalla perdida, que su cabeza almacena a las personas como esencias y éstas, para bien o para mal, son imborrables.

Consiguió clasificarlas y etiquetarlas, para recuperarlas cuando las echara de menos y revivir la playa y el humo dulce de la hierva quemada que se consume entre los dedos o regresar a las noches de piel húmeda y ginebra.

Y, entonces, sin avisar, apareció alguien que olía a expectativas y a deseos imposibles. Sintió miedo, porque esta vez ya no era una colonia, era un perfume.

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